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No tienes demasiado tiempo para maniobrar. Cuando el régimen te señala, tienes dos opciones: escapar o hacer frente. Tu elección puede ser tanto heroica como estúpida. En realidad, todo depende de cuán dispuesto estés a sacrificarte, porque cada alternativa exige cierto grado de inmolación.
Si decides esperar, es posible que no te detengan, o que te suelten al día siguiente, o que pierdas años de vida, o incluso que te hurten la existencia. Pero si escoges moverte, debes hacerlo rápido. Y un día Hasler Iglesias tuvo que tomar la decisión; se fue.
Hoy se encuentra en Suiza, estudiando. Pero el desplazamiento no fue tan sencillo como haberse subido a un avión en Maiquetía. Tuvo que pasar meses ocultándose del Poder hasta encontrar la manera de salir de Venezuela a través de una trocha controlada por la guerrilla en la frontera colombiana.
Charlé con él sobre su partida.
Del día en el que decidió ocultarse, me dijo que la imagen que se le quedó grabada en la cabeza fue la del último abrazo que le dio a su mamá. Llorando. Por no saber cuándo ni cómo volverían a verse.
Esos meses fueron complicados. «No tenía como comunicarme fácilmente, todo lo hacía a través de un amigo. Y trataba de cambiar de escondites rápidamente. De modo que, en caso de una filtración de seguridad, cuando fuesen a buscarme, yo ya estuviese en otro sitio. Los primeros días me mudé cada dos o tres días. Luego, a medida que pasaba el tiempo, extendía los plazos; una o un par de semanas, dependiendo de cómo evolucionaba el panorama político».
Hasler no volvería a Venezuela ni confiando en un supuesto perdón por parte del Gobierno. No todavía. Aseguró que necesita garantías reales de que no habrá más persecución. «Para mí sería un error, bajo cualquier circunstancia, creer en la buena fe de esta gente».
Escucha aquí parte de nuestra conversación.
By Andrés Gerlotti SlusnysNo tienes demasiado tiempo para maniobrar. Cuando el régimen te señala, tienes dos opciones: escapar o hacer frente. Tu elección puede ser tanto heroica como estúpida. En realidad, todo depende de cuán dispuesto estés a sacrificarte, porque cada alternativa exige cierto grado de inmolación.
Si decides esperar, es posible que no te detengan, o que te suelten al día siguiente, o que pierdas años de vida, o incluso que te hurten la existencia. Pero si escoges moverte, debes hacerlo rápido. Y un día Hasler Iglesias tuvo que tomar la decisión; se fue.
Hoy se encuentra en Suiza, estudiando. Pero el desplazamiento no fue tan sencillo como haberse subido a un avión en Maiquetía. Tuvo que pasar meses ocultándose del Poder hasta encontrar la manera de salir de Venezuela a través de una trocha controlada por la guerrilla en la frontera colombiana.
Charlé con él sobre su partida.
Del día en el que decidió ocultarse, me dijo que la imagen que se le quedó grabada en la cabeza fue la del último abrazo que le dio a su mamá. Llorando. Por no saber cuándo ni cómo volverían a verse.
Esos meses fueron complicados. «No tenía como comunicarme fácilmente, todo lo hacía a través de un amigo. Y trataba de cambiar de escondites rápidamente. De modo que, en caso de una filtración de seguridad, cuando fuesen a buscarme, yo ya estuviese en otro sitio. Los primeros días me mudé cada dos o tres días. Luego, a medida que pasaba el tiempo, extendía los plazos; una o un par de semanas, dependiendo de cómo evolucionaba el panorama político».
Hasler no volvería a Venezuela ni confiando en un supuesto perdón por parte del Gobierno. No todavía. Aseguró que necesita garantías reales de que no habrá más persecución. «Para mí sería un error, bajo cualquier circunstancia, creer en la buena fe de esta gente».
Escucha aquí parte de nuestra conversación.