Más que un número lógico, la invitación de Jesús escrita en Mateo 18, 21-22 es que perdonemos hasta alcanzar la perfección, hasta que el perdón se convierta en un acto continuo de amor hacia los demás. No significa que nos deje de doler, significa que el amor de Dios alcanza su perfección cuando nuestras acciones se traducen en misericordia para con los demás, sobre todo con aquellos que nos cuesta perdonar.