Cuando comprenda plenamente que la vida es más que sólo el aquí y el ahora, y se dé
cuenta que la vida es sólo una preparación para la eternidad, entonces empezará a vivir diferente. Empezará a vivir a luz de la eternidad, y eso determinará como maneja cada relación, cada actividad y cada circunstancia. De pronto, muchas actividades, metas e incluso problemas
que le parecían ser tan importantes se le volverán triviales, insignificantes y hasta indignos
de su atención. Cuanto más cerca viva de Dios, más pequeño le parecerá todo.