Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo.
Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban.
Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba.