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A lo largo del camino de la vida, atravesamos situaciones y vivencias que muchas veces no comprendemos del todo. Pero al detenernos en oración y permitir que el Espíritu Santo ilumine nuestro interior, descubrimos que muchas de esas experiencias tienen su origen en heridas profundas, causadas —a veces sin intención— por personas que amamos, incluso por nuestra madre.Hoy, el Señor, que es tierno y compasivo, se acerca a ti como el buen Pastor. Él desea conducirte con amor por un camino de sanación, ayudarte a reconocer esas heridas y derramar sobre ellas su misericordia. Te ofrece la gracia del perdón, la fuerza para la reconciliación y la paz que solo su presencia puede dar. En Él, todo puede ser restaurado, y en su amor, puedes renacer como una nueva criatura.
A lo largo del camino de la vida, atravesamos situaciones y vivencias que muchas veces no comprendemos del todo. Pero al detenernos en oración y permitir que el Espíritu Santo ilumine nuestro interior, descubrimos que muchas de esas experiencias tienen su origen en heridas profundas, causadas —a veces sin intención— por personas que amamos, incluso por nuestra madre.Hoy, el Señor, que es tierno y compasivo, se acerca a ti como el buen Pastor. Él desea conducirte con amor por un camino de sanación, ayudarte a reconocer esas heridas y derramar sobre ellas su misericordia. Te ofrece la gracia del perdón, la fuerza para la reconciliación y la paz que solo su presencia puede dar. En Él, todo puede ser restaurado, y en su amor, puedes renacer como una nueva criatura.