En algún punto entre las 10:51 y el minuto siguiente las paredes temblaron. Todo se llenó de humo. Una arenilla comenzó a sentirse en los ojos. Se cayó un adorno de encima de un refrigerador. Unas fracciones se quedaron sin resolver en una pizarra. La gente subió, bajó, gritó, corrió… Se fue la luz. Los teléfonos fijos dejaron de funcionar. El hotel Saratoga había explotado a las 10:51 con dos segundos, cuatro días antes de su reapertura, luego de estar cerrado dos años.