No era romana, pero Roma la hizo suya. Isis llegó desde Egipto con su carga de magia, sensualidad y poder redentor. Su culto atrajo a mujeres, libertos, emperadores y marginados, hasta convertirse en una religión de masas. Fue madre, reina, amante y salvadora. Una divinidad que desbordó los templos y los mapas. Honremos juntos a Isis.