Ecos de la Palabra Ciclo C 2018-19

IV Domingo T.O


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El conflicto entre Jesús y los de su pueblo parte del deseo de milagros de la gente: «Haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» Pero Jesús acaba de manifestarse como el enviado de Dios, en quien reposa el Espíritu del Señor. El texto de Isaías que acaba de leer se cumple ante las narices de los que le escuchan… ¡y a ellos no les interesa!
Por su parte, Jesús se pone crítico y explica que Dios no escogió al pueblo de Israel para entretenerlo con milagritos, sino para manifestar a todos los pueblos su fuerza y misericordia. La viuda de Sarepta que Elias ayudó y Naamán, a quien Eliseo curó, son dos extranjeros que tuvieron la experiencia salvadora del Dios de Israel. Los de Nazaret no comparten la visión amplia de Dios que Jesús experimenta. Para ellos, Jesús es simplemente «el hijo de José»; están cerrados en su propio mundo pequeño y confortable y, por eso, el anuncio del «Año de gracia del Señor» no les dice gran cosa.
Lucas no nos cuenta estas cosas para criticar a los judíos, sino porque observa el mismo problema en su comunidad, en su Iglesia, en nuestra Iglesia. Estamos tan ocupados mirándonos confortablemente el ombligo, donde todas las cosas las tenemos claras, todas las ideas encajan y todas las explicaciones funcionan, que nos perdemos las maravillas que Dios está haciendo fuera de las fronteras de nuestra religión.
Lo interesante es que Lucas nos cuenta todo esto como «Buena Noticia». Es decir, es bueno para nosotros saber que Jesús tuvo dificultades con los suyos; es motivo de alegría para nosotros que seamos conscientes que también nuestro cristianismo vive el rechazo y las dificultades desde dentro; es mensaje de salvación para nosotros confrontarnos con la actitud auto-suficiente de los de Nazaret y optar, con la ayuda de Dios, por no ser como ellos.
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Ecos de la Palabra Ciclo C 2018-19By Jesús Rodrigo Rodrigo