Dios es el dueño del tiempo. Él no está sujeto a nuestro tiempo, y mucho menos a lo “apurados” o “poco apurados” que estemos. Él tiene sus propósitos, y sus propósitos van totalmente ligados a Su tiempo, no al nuestro.
Dios es el dueño del tiempo. Él no está sujeto a nuestro tiempo, y mucho menos a lo “apurados” o “poco apurados” que estemos. Él tiene sus propósitos, y sus propósitos van totalmente ligados a Su tiempo, no al nuestro.