Dios tiene poder para hacer milagros. No dudamos del poder de Dios. Debemos saber que Jesús busca corazones dispuestos y vidas abiertas para que esos milagros sucedan. Jesús se maravilla y alegra en desatar su poder milagroso en cada uno de nosotros. Esa alegría condice con nuestra manera de ser y actuar, nuestra fe, disposición y corazón. Veremos el ejemplo de un hombre con una vida dispuesta a recibir el milagro de Jesús en él.