¿Vulnerables? ¿Vulnerados? ¿Dejados de lado? ¿Qué son realmente?Esta vez nos metemos en un tema que poco sabemos (como siempre). Traemos a un docente que vive esta realidad día a día. Este personaje nos da una vista desde dentro para tener una visión más cercana.Una vez más, los docentes quedan a disposición de ellos mismos y se siguen tomando decisiones sin consultarnos.Para variar, nos enfrascamos en discusiones de poca monta y, a veces, temas un poco más serios: cómo se manejan los recursos que van a estos colegios y escuelas, de dónde vienen, estaremos a la altura, cuál será el fin de todo esto...¿En qué estamos? ¿Cómo vamos? ¿Hay espacio para mejorar? Todas las respuestas y, sin duda, ninguna de ellas las podrás encontrar acá.

Todo parece indicar que a los seres humanos nos gusta dividir a nuestros pares en grupos. Y no contentos con eso, les entregamos un valor a dichos grupos según nuestras perspectivas. No por nada tenemos divisiones como las castas en India, clases bajas y altas, o ser del Colo o la U. Obviamente, la pedagogía no quiere quedarse afuera de estas lindas tendencias y entrega su granito de arena segmentando los contenidos que realmente importan (matemáticas, lenguaje, y ciencias) versus todo el resto. Es por esta razón, que hemos traído a un gran invitado para conversar de como nosotros, profesores de poca monta, sobrevivimos a los embates del ninguneo social y pedagógico. Una conversación necesaria, interesante, y con humor de los 90. Todo un imperdible.

En la variedad está el gusto dicen algunos. Y no dejan de tener razón. Desde que nos empezamos a transformar en seres cada vez más gregarios se sabe que, al momento de trabajar con más personas, nos encontraremos con un enorme espectro de personalidades. Y aunque los profesores son seres que rozan la divinidad, aún debemos enfrentarnos al conflicto terrenal de convivir con colegas que tienen experiencias, perspectivas, y gustos diferentes. Y es por eso que en el presente capítulo nos encargaremos de diseccionar con lujo de detalle a los tipos de profesores que más nos han llamado la atención en nuestras respectivas experiencias laborales (para bien o para mal).En palabras más simples: necesitábamos una excusa para grabar un capítulo de puro pelambre.

Todo lo bueno tiene que terminar.

Pero como no somos buenos, seguiremos grabando. Eso sí, en una nueva temporada que verá la luz en enero. Gracias a todos los que nos acompañaron en esta primera temporada, estamos felices de la recepción que, definitivamente, fue más alta de lo que esperábamos (la verdad es que esperábamos cero reproducciones, así que es difícil decepcionarse).

Ahora, siéntense, disfruten de estos maravillosos 35 grados de calor, y deleiten sus oídos con la última y refrescante entrega de la primera temporada de Jornada Completa en donde analizamos los prejuicios que normalmente nos ha tocado escuchar con respecto a ser profesor.

¡Ay, la vida! Da tantas vueltas. Entre tanto giro y giro uno va tomando decisiones que, quizás sin comprenderlo del todo, van moldeando nuestro futuro. Esos momentos clave en donde uno decide que electivo tomar en el colegio, que carrera escoger, o si vale la pena tomarse un corto más de tequila, son los que podrían detonar todo un efecto mariposa. Bajo esa perspectiva, hay profesores que deciden dejar la docencia (un acto de locura que la humanidad jamás entenderá) para iniciar otro rumbo lo más alejado posible de los colegios (y de los apoderados).

En esta nueva entrega de Jornada Completa conversamos con una profesora desertora (también conocidos como gente feliz) para que nos cuente todos los detalles sabrosos de lo que implica colgar los plumones y empezar una nueva travesía.

Hay muchas cosas que causan desagrado en la vida: que llegues al paradero y pasen tres micros seguidas, que te salga el agua fría a la mitad de la ducha, o que la taza de del baño se le ocurra bautizarte con el beso de Poseidón. Aun así, este listado queda chico al momento de compararlo con el desgrado por excelencia: tratar con apoderados. Es por eso que, en un acto de masoquismo extremo, hemos traído a una apoderada para que nos relate que se siente joderle la vida a los profes todos los días.

*Foto referencial. No podemos negar ni confirmar que los apoderados luzcan así.

Todo lo que refiere a ser profesor es hermoso y perfecto: somos respetados, ganamos bien, hacer clases nos mantiene mentalmente estables, y nadie nos cuestiona que tengamos como tres meses de vacaciones. Pero aun así nos quejamos de lleno en este capítulo en donde sacamos a relucir nuestros deseos más profundos y revolucionarios para soñar como sería la docencia perfecta según nuestro criterio.

Spoilers: seríamos pésimos ministros de educación.