Josué 10: ¡Saca a esos reyes y no los dejes entrar!

Josué 10:7-19:
Josué subió de Gilgal con toda la gente de guerra y todos los hombres valientes, y el SEÑOR dijo a Josué: —No tengas temor de ellos, porque yo los he entregado en tu mano. Ninguno de ellos podrá resistir delante de ti.
Después de subir toda la noche desde Gilgal, Josué cayó sobre ellos de repente. El SEÑOR los turbó delante de Israel y los hirió con gran mortandad en Gabaón. Los persiguió por el camino que sube a Bet-jorón y los hirió hasta Azeca y Maqueda. Y sucedió que cuando iban huyendo de los israelitas por la bajada de Bet-jorón, el SEÑOR arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos, hasta Azeca; y murieron. Fueron muchos más los que murieron a causa de las piedras del granizo, que aquellos a quienes los hijos de Israel mataron a espada.
Entonces Josué habló al SEÑOR el día en que el SEÑOR entregó a los amorreos ante los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: “¡Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ajalón!”. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Nunca hubo un día semejante ni antes ni después de aquel día, cuando el SEÑOR escuchó la voz de un hombre; porque el SEÑOR combatía por Israel. Luego Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.
Los cinco reyes huyeron y se escondieron en la cueva de Maqueda. Y le fue dicho a Josué que los cinco reyes habían sido hallados escondidos en la cueva de Maqueda. Entonces Josué dijo: —Hagan rodar grandes piedras a la entrada de la cueva y pongan hombres junto a ella, para que los guarden. Pero ustedes, no se detengan, sino persigan a sus enemigos y hiéranles la retaguardia. No los dejen entrar en sus ciudades, porque el SEÑOR su Dios los ha entregado en su mano.
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Este es uno de los eventos bíblicos más sorprendentes que se encuentran en la Biblia. El Señor ve que cinco reyes se juntaron para pelear contra Gabaón por haber hecho pacto con Israel, y ellos llamaron a Josué para que los defendiera.
Josué sale al encuentro de estos reyes amorreos y los ataca porque ¡el Señor le confirmó que se los daría en sus manos!
La batalla fue tan larga que ya estaba anocheciendo y Josué sabía que en la noche ellos podían huir. Era vital la luz del día para poderlos vencer y que no se escaparan los reyes.
En ese momento, Josué hizo una oración que nadie había hecho. Pidió que el sol y la luna se detuvieran, y ¡Dios hizo el milagro de extenderle la luz del día para que pudieran detener a sus enemigos! Humanamente es imposible, pero ¡para Dios no hay nada imposible!

Quiero que miremos la estrategia de guerra de Josué. Él les dijo que no dejaran entrar a los reyes a sus ciudades porque el Señor se los entregó en sus manos. Ese es un momento crucial para la victoria, pues un rey destronado y lejos de la protección de la ciudad es un rey derrotado!
Igualmente, debemos descubrir la causa de un problema y atacar de raíz. Cuando descubres alguna clase de mal que esté haciendo daño a tu familia, en ese momento debes identificarlo y no dejarlo regresar.
Nuestro Señor Jesús enseñó este principio espiritual en Marcos 3:27: “Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.”
¡Debemos atar al hombre fuerte!
Si es un sentimiento de odio que cada vez que lo recuerdas se convierte en un tropiezo, hay que desecharlo. Una enemistad con alguien debemos resolverla. Pregúntate qué clase de rey es el que está dominando el territorio que debes conquistar, identificalo y no lo dejes volver a entrar! Envidia, enemistad, brujería, ira, lujuria, etc., cualquier cosa que sea un tropiezo para el desarrollo de...