Hogares De Pacto Devocional

Josué 8: ¡La humillación a Dios es señal de victoria!


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Notas en Español e inglés 👇
Josué 8: ¡La humillación a Dios es señal de victoria!

Josué 8:1-8:
El SEÑOR dijo a Josué: —No temas ni desmayes. Toma contigo a toda la gente de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, yo he entregado en tu mano al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su tierra. Harás a Hai y a su rey como hiciste a Jericó y a su rey. Solamente tomarán para ustedes su botín y su ganado. Pon una emboscada en el lado occidental de la ciudad.
Josué y toda la gente de guerra se levantaron para subir contra Hai. Josué escogió treinta mil hombres fuertes, a quienes envió de noche, y les mandó diciendo: —Miren, pondrán una emboscada detrás de la ciudad. No se alejen mucho de la ciudad, y estén todos preparados. Yo y toda la gente que está conmigo nos acercaremos a la ciudad. Y sucederá que cuando salgan contra nosotros como la primera vez, huiremos delante de ellos. Saldrán tras nosotros hasta que los hayamos alejado de la ciudad porque dirán: “Huyen de nosotros como la primera vez”. Huiremos, pues, delante de ellos, y ustedes se levantarán de la emboscada y se apoderarán de la ciudad, pues el SEÑOR su Dios la entregará en la mano de ustedes. Y sucederá que cuando hayan tomado la ciudad, le prenderán fuego. Harán conforme a la palabra del SEÑOR. Miren que yo se lo he mandado.
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Ayer vimos la forma en que Dios detuvo su bendición y protección al pueblo de Israel en la guerra contra Hai, y también vimos cómo Dios puso al descubierto la razón del problema, siendo que un hombre trajo maldición al pueblo.
Ahora, el Señor vuelve a retomar su plan divino de darle victorias a su pueblo y, en esta ocasión, al ver que ya se habían apartado del mal, procede a darles otro plan de guerra para conquistar esta ciudad que se había engrandecido con la derrota a los israelitas.
Los israelitas estaban desanimados y con miedo porque acababan de ser humillados, pero creyeron una vez más al Señor y se levantaron con fe, siguiendo la estrategia militar: aparentando que estaban débiles y aterrorizados ante sus enemigos para emboscarlos.
Al final, Dios les dió tremenda victoria derrotando a sus enemigos, tomando las riquezas de la ciudad y recuperando la confianza en el Dios que los protege cuando ellos andan en sus caminos de rectitud.
Al final del capítulo vemos que cumplieron la orden de Moisés de elevar un altar al Señor, escribiendo la ley de Dios, y pronunciando las bendiciones y maldiciones en los montes asignados para que el pueblo las pronunciara a fuerte voz.

Este es un ejemplo de la forma en que Dios restaura la bendición a sus hijos. Nos ha quedado en claro que Dios no puede bendecir a un pueblo que se ha apartado de Dios cometiendo pecados; el pecado trae maldición. ¡Pero Dios puede purificar a un pueblo que se acerca a Él de corazón, eliminando lo que esté estorbando entre Dios y ellos, y cumpliendo todas las promesas! ¡Gracias sean dadas al Señor que es el mismo de ayer y de hoy!
El apóstol Juan nos enseña acerca de este proceso divino de Dios con sus hijos en 1 Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
El profeta Isaías también lo certifica en Isaías 55:7: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos. Vuélvase al SEÑOR, quien tendrá de él misericordia; y a nuestro Dios, quien será amplio en perdonar.”

Es por eso que no debemos mirar la humillación como un acto de cobardía, sino que es la estrategia que Dios nos da para vencer al enemigo.
Cuando vivimos humillados delante de Dios y vivimos vidas de acuerdo a la Palabra de Dios, muchos nos verán como débiles, ¡pero ante Dios somos valientes e inteligentes!
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