Jueces 1: No hagamos la voluntad de Dios a medias.

¡Hoy comenzamos un nuevo libro! El libro de Jueces es el recuento del pueblo en la tierra prometida y cómo se levantaron jueces, que fueron líderes militares, judiciales y espirituales durante años para el pueblo de Israel.

Jueces 1:27-36:
Pero Manasés no pudo echar a los habitantes de Bet-seán y sus aldeas ni a los de Taanac y sus aldeas ni a los de Dor y sus aldeas ni a los de Ibleam y sus aldeas ni a los de Meguido y sus aldeas. Más bien, los cananeos persistieron en habitar en aquella tierra. Sin embargo, aconteció que cuando Israel llegó a ser fuerte sometió a los cananeos a tributo laboral, pero no los echó del todo.
Tampoco Efraín pudo echar a los cananeos que habitaban en Gezer, sino que los cananeos habitaron en medio de ellos, en Gezer.
Tampoco Zabulón pudo echar a los habitantes de Quitrón ni a los habitantes de Nahalal. Los cananeos habitaron en medio de ellos, pero fueron sometidos a tributo laboral.
Tampoco Aser pudo echar a los habitantes de Aco ni a los habitantes de Sidón ni de Ajlab ni de Aczib ni de Helba ni de Afec ni de Rejob. Los de Aser vivieron entre los cananeos, habitantes de aquella tierra, porque no los pudieron echar.
Tampoco Neftalí pudo echar a los habitantes de Bet-semes ni a los de Bet-anat, sino que habitó entre los cananeos que habitaban en la tierra. Los habitantes de Bet-semes y los de Bet-anat fueron sometidos a tributo laboral.
Los amorreos contuvieron a los hijos de Dan en la región montañosa, y no permitieron que bajaran al valle. Los amorreos persistieron en habitar en el monte Heres, en Ajalón y en Saalbín. Pero al llegar a ser fuerte la casa de José, aquellos fueron sometidos a tributo laboral. La frontera de los amorreos se extendía desde la cuesta de Acrabim, desde Sela hacia arriba.
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Este capítulo es un resumen del pueblo cuando reiniciaron sus campañas militares después de la muerte de Josué. Notemos que ellos hicieron la voluntad de Dios trayendo juicio sobre los reyes y ciudades paganas. A un rey que fue muy despiadado, que humilló a muchos reyes, sufrió el mismo castigo de mano de los israelitas. Sus dedos pulgares de los pies y manos fueron cortados de la misma forma que él lo hizo con otros. Lo que se siembra se cosecha.
Pero lastimosamente, todas las tribus no se esforzaron lo suficiente para despojar a los habitantes como Dios les había dicho que hicieran y que Él estaría con ellos para que ellos pudieran vencer a los enemigos. Esto les trajo muchas consecuencias que veremos y leeremos en los próximos capítulos.

Hoy podemos meditar en esos “habitantes” que han habitado por mucho tiempo en nuestras mentes. Son esos hábitos escondidos que sabemos que no son saludables para nuestra relación con Dios pero que, al final, tomamos la decisión de dejarlos ahí, sin buscar la solución, sin buscar ayuda.
La tribu de Judá conquistó mucha tierra porque se unió con la tribu de Simeón para vencer a muchos enemigos. Caleb pidió ayuda y motivó a un guerrero a que peleara con más valentía si quería emparentar con él y tomar a su hija como esposa.
Todos debemos buscar ayuda o razones para animarnos a combatir y no rendirnos.
Si luchas contra un temperamento áspero y violento, existen muchas formas para vencer. Como la consejería pastoral, que nos ayudará a meditar específicamente acerca de ese problema en la Biblia, o la ayuda profesional como terapistas certificados en consejería matrimonial o familiar, psicólogos cristianos, o médicos que puedan identificar algún problema físico que esté ocasionando estas alteraciones en la personalidad.
Esto mismo se aplica con otras condiciones que son un problema como la pornografia, el desánimo constante, ansiedad incontrolable o depresión continua, cualquier comportamiento que está trayendo conflictos familiares y están dividiendo o destruyendo la...