Jueces 17: Aparentando ser espiritualmente puro.
Jueces 17:1-6 RVR2015:
Había un hombre de la región montañosa de Efraín que se llamaba Micaías. Y este dijo a su madre: —Los doce kilos de plata que te fueron tomados y por los que tú maldecías y hablabas en mi presencia, he aquí que la plata está en mi poder; yo la había tomado. Entonces su madre dijo: —¡El SEÑOR te bendiga, hijo mío! Cuando él devolvió a su madre los doce kilos de plata, su madre dijo: —Solemne y espontáneamente he dedicado la plata al SEÑOR, por mi hijo, para hacer una imagen tallada y de fundición. Ahora pues, yo te la devuelvo. Pero él devolvió la plata a su madre. Y su madre tomó dos kilos de plata y los dio al fundidor. Este hizo con la plata una imagen tallada y de fundición, y fue puesta en la casa de Micaías. Este hombre, Micaías, tenía un santuario. Mandó hacer un efod e ídolos domésticos, e invistió a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos.
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En cada capítulo que vamos leyendo vemos la decadencia tanto del líder como del pueblo en general.
El pueblo olvidó su identidad como pueblo de Dios. Olvidó las maravillas de Dios, olvidó todos los mandamientos que el Señor le había dado como señal entre Dios y ellos como promesa de bendición y prosperidad.
Incluso cuando ellos se olvidaban de Dios y sufrían las consecuencias, también recibían la liberación y protección cuando se arrepentían de sus pecados.
Pero en este capítulo vemos que ellos ya habían caído en un lugar oscuro de conformismo, aceptando nuevas creencias y mezclando la verdad con la mentira, mezclando lo santo y divino con lo pagano e impuro.
Aquí vemos a un hijo robando a su madre, una madre profiriendo maldiciones, usando el nombre del Señor y a la misma vez haciendo ídolos de madera y oro, dioses que no traían bendición sino maldición. Micaías tenía muchos dioses en su casa en su afán de buscar la bendición divina. Lo hacía con su propio entendimiento y sus propias fuerzas, no de la forma que Dios ordena en Su ley. Sin ninguna autoridad sacerdotal puso a uno de sus hijos como sacerdote. Después le dio posada a un levita y lo consagró como su sacerdote.
Este es un ejemplo cuando en un hogar se dejan influenciar y arrastrar de nuevas formas de seguir a Dios. Cada día el evangelio predicado por los apóstoles y profetas está siendo diluido como la leche pura es mezclada con agua. Puede saber un poco la leche y se ve el vaso lleno, pero sus nutrientes han sido mermados.
Notemos la declaración en esta escritura, explicando la raíz de esta crisis de confusión espiritual: "En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus propios ojos."
Aquí vemos dos cosas que causaron que el pueblo se desviara y cayera en esta práctica de adoración mixta.
Primero, cuando no hay un liderazgo establecido en el hogar que guíe la familia por el camino verdadero se filtraran modalidades de adoración que desviaran los corazones de muchos, haciéndolos creer que están bien con Dios cuando están practicando cosas que los alejan de Él.
Segundo, cuando cada uno comienza a confiar en sus propios instintos y no a dejarse guiar por la Palabra de Dios, van a vivir cometiendo acciones pecaminosas y lo peor es que van a sentir que están haciendo el bien, pues van a inventar su propia forma de adoración a Dios y vivirán bajo una sensación de espiritualidad y santidad, pero será pura apariencia.
El apóstol Pablo nos advirtió acerca de estas clases de personas que caerán en estas clases de prácticas en 2 Timoteo 3:5: “…que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
En la versión de Nueva Traducción Viviente dice así: “Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos...