Jueces 19:1-10:
En aquellos días, cuando no había rey en Israel, había un hombre de Leví que habitaba como forastero en la parte más remota de la región montañosa de Efraín. Este había tomado para sí como concubina a una mujer de Belén de Judá. Su concubina se enfadó con él y se fue de su lado para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses. Su marido se levantó y la siguió para hablarle amorosamente y hacerla volver. Llevó consigo a un criado suyo y un par de asnos. Ella lo hizo entrar en la casa de su padre. Y al verlo el padre de la joven, salió a recibirlo gozoso. Su suegro, el padre de la joven, le insistió y se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y alojándose allí. Y sucedió que al cuarto día, cuando se levantaron muy de mañana, el levita se dispuso a partir. Pero el padre de la joven dijo a su yerno: —Fortalécete con un poco de pan y después se pueden ir.
Se sentaron los dos juntos, y comieron y bebieron. Entonces el padre de la joven dijo al hombre: —Quédate, por favor, a pasar la noche, y alégrese tu corazón.
El hombre se levantó para irse, pero su suegro le insistió, y se quedó otra vez a pasar la noche allí. Al quinto día, se levantó muy de mañana para irse, y el padre de la joven le dijo: —Por favor, fortalécete; y esperen hasta que decline el día.
Y comieron los dos. Entonces se levantó el hombre para irse con su concubina y su criado. Pero su suegro, el padre de la joven, le dijo: —He aquí que el día se acaba y está anocheciendo. Por favor, pasen aquí la noche, porque el día ya ha declinado. Pasa aquí la noche y alégrese tu corazón. Mañana se levantarán temprano para su viaje, y te irás a tu morada.
Pero el hombre no quiso pasar la noche allí, sino que se levantó y partió.
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Ese capítulo refleja la condición tan baja y pecaminosa en la que Israel había caído. Los principios y bases morales que antes tenían y que eran dignas de admiración ya no existían; ya no había nada de esa gloria que tuvieron cuando fueron un pueblo temeroso de Dios, ordenado, guiado por el mismo Dios de forma extraordinaria y ejemplar para otras naciones. Se fueron de decadencia.
Los levitas y sacerdotes deambulaban en las calles, no tenían esposas sino concubinas. Abundaban los casos de infidelidades, adulterio y promiscuidad. Los matrimonios vivían en caos, había abandono del hogar tanto del hombre como de la mujer.
El desenfreno era total. Se estaban viviendo tiempos terribles, se había formado en Israel un grupo de individuos para hacer toda clase de fechoría peligrosos como robo, asesinato y abusos.
La triste historia de este capítulo es cuando vemos que un levita fue a buscar a su mujer que le fue infiel y que lo había abandonado. Él llegó a la casa de su suegro y encontró a su mujer; él le habló amorosamente y la convenció para que regresen a casa.
Intentaron muchas veces regresar a su casa en horas de la tarde, pero el suegro los convenció de que se quedaran un día más. Luego, este hombre se desesperó y decidió que salieran en la noche para emprender su viaje. Esta decisión no era muy buena por causa de la maldad que existía, pero este hombre no quiso escuchar el consejo y no fue prudente.
Salió con su mujer y criado, caminaron muchas horas y no tenía quien los hospedara o los recibiera, hasta que un forastero le ofreció hospitalidad.
Lastimosamente, él pensó que pasar la noche en territorio israelita era seguro, pero fue un grave error porque los hombres de la tribu de Benjamín eran malvados.
Esta triste historia nos enseña valioso:
Primero, a no confiar en sí mismo y no tomar una decisión apresurada, y que hay que planear bien las cosas para que después no haya inconvenientes en el camino.
Segundo, que no confiamos en el ser humano, que nuestra confianza sea siempre en el Señor. Debemos proteger nuestro hogar y familia de personas que no conocemos muy bien aunque...