Jueces 2: Una generación olvidadiza y malagradecida.

Jueces 2:6-15:

(Por favor leer en sus biblias el capitulo completo.
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En este capítulo vemos la degradación del pueblo de Israel. No solamente fueron negligentes y débiles al conquistar la tierra prometida, sino que comenzaron a hacer cosas que estaban totalmente prohibidas y ya habían sido advertidos de que no cayeran en ellas. Se tornaron a los ídolos de los cananeos y sus prácticas.
Pero esto no lo hizo aquella generación que se levantó y creció viendo a Josué y sus contemporáneos. Esto lo hizo una generación que no había visto a sus antepasados pelear en el nombre del Señor. No vieron caer gigantes, no escucharon al anciano guerrero retarlos para que sean fieles al Señor. No vieron al sol y la luna detenerse, ni las murallas caer al fuerte grito de alabanza.
La infidelidad al Señor llegó por medio de la nueva generación que no tuvo la necesidad de clamar a Dios cuando se está rodeado de enemigos, cuando se cae en una emboscada y debe pelear en diferentes direcciones al estar rodeados de enemigos.
Cuando la tierra descansó de la guerra, las vidas de los israelitas se llenaron de paz y tranquilidad. Todo esfuerzo fue hecho por sus antepasados. Esto hizo que ellos perdieran la dependencia de Dios, ya no tenían un propósito en buscar a Dios, comenzaron a ser negligentes con los mandatos de Dios, perdieron todo sentido a la adoración a Dios y olvidaron el porqué de los sacrificios y ofrendas. Olvidaron que estaban viviendo en una tierra concedida de forma milagrosa y divina por Dios. Olvidaron que sus antepasados vivieron en esclavitud y Dios los libró de forma sobrenatural. Simple y sencillamente ellos no vieron las maravillas de Dios ni vieron luchar valerosamente a sus padres. Abandonaron su identidad, su historia; no fueron agradecidos por el gran sacrificio que ellos hicieron, por las vidas que murieron en la guerra, porque ahora nadie los perseguía ni quería eliminarlos.

Que triste es que caigamos en una actitud de estas. Pienso que no debemos vivir en el remordimiento de los errores cometidos en el pasado, vivir recriminándonos por un pasado oscuro. Pero sí debemos recordar del pasado en la forma en que vivíamos y de cómo Dios nos sacó para que ahora podamos disfrutar de una vida plena.
¡Esto debemos contarle a nuestros hijos! Cuéntales cómo Dios ha sido bueno; cómo nos transformó; cuéntales acerca de las oraciones contestadas; cuéntales de ese problema que el Señor te ayudó a resolver. También cuéntales lo que le costó a muchos predicadores y misioneros llevar este mensaje de salvación, cómo fueron rechazados y perseguidos por la gente del pueblo que querían golpearlos o lincharlos, para que ahora podamos ir a una congregación a adorar a Dios con libertad. Cuéntales cómo antes los cristianos eran insultados cuando se dirigían al templo caminando con sus Biblias en sus manos.
Estamos en un tiempo donde esta generación ha olvidado todo esto. Se ha hecho fácil vivir una doble vida. Cantan y hacen oraciones bonitas pero también se vive de forma desordenada. Se hacen grandes espectáculos llenos de luces y música atractiva pero ya no se habla con pasión a los que no conocen de Dios, sino que se vive una vida espiritual privada y pasiva.
Encendamos la pasión en nosotros recordando las obras poderosas de Dios y el sacrificio de nuestros antepasados que tuvieron que sufrir para mantener su fe en medio de pruebas y luchas; y les ruego, hermanos, que transmitamos este fuego, esta pasión a nuestros hijos, que puedan entender lo que costaba seguir a Jesucristo para que ellos
puedan disfrutar de las bendiciones de Dios; vivan agradecidos, y ocúpense en mantener viva la llama del evangelio en sus vidas.
Si no lo hacemos, vivirán vidas raquíticas, tanto física como espiritualmente. No tendrán carácter y serán débiles de mente y alma, al...