Jueces 9: No dejes que las posiciones ni las posesiones te dañen.
Jueces 9:1-6:
Abimelec hijo de Jerobaal fue a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló con ellos y con toda la familia de la casa paterna de su madre, diciendo: —Hablen, por favor, a oídos de todos los señores de Siquem: “¿Qué es mejor para ustedes: que todos los setenta hijos de Jerobaal los gobiernen, o que un solo hombre los gobierne? Acuérdense de que yo soy hueso suyo y carne suya”.
Los hermanos de su madre dijeron todas estas cosas a favor de él a oídos de todos los señores de Siquem. Y el corazón de ellos se inclinó a favor de Abimelec porque decían: “Es nuestro hermano”. Le dieron ochocientos gramos de plata del templo de Baal-berit, con las cuales Abimelec contrató a sueldo a hombres ociosos y temerarios que lo siguieron.
Él fue a la casa de su padre en Ofra y mató a sus hermanos, los hijos de Jerobaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Pero quedó Jotam, el hijo menor de Jerobaal, porque se escondió.
Entonces se reunieron todos los señores de Siquem con todos los de Bet-milo. Y fueron y proclamaron a Abimelec como rey, junto a la encina que está al lado de la piedra ritual en Siquem.
V. 55-57:
Y cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, se fue cada uno a su lugar.
Así Dios devolvió a Abimelec el mal que él había hecho contra su padre, cuando mató a sus setenta hermanos. Dios hizo que toda la maldad de los hombres de Siquem volviera sobre sus cabezas. Y cayó sobre ellos la maldición de Jotam hijo de Jerobaal.
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Abimelec es un personaje muy conocido, no precisamente por su valor para salvar y liberar, sino por la maldad que ocasionó en su ambición de poder.
Al morir su padre, Abimelec usó la astucia y se asoció con la familia de su madre para matar a todos sus hermanos. Uno sobrevivió y proclamó una profecía contra Abimelec y los habitantes de la región que se asociaron con él.
Aquí vemos el peligro de caer en esa ambición corrompida por el hambre de poder, de querer tener una posición superior ante los demás.
Posiblemente Abimelec era tenido en poco ante sus hermanos por ser hijo de una concubina y no ser hijo de una de las esposas de Gedeón. En ese tiempo, el estatus de esposa y de concubina eran diferentes, aunque cumplían una misma función, con derechos similares. Posiblemente Abimelec no tenía la misma fuerza, poder y fama de los otros hijos pero esto no le daba derecho a exterminar a sus hermanos. Este genocidio innecesario, donde sobrevivió solo uno de setenta hermanos, hizo que Abimelec se autoproclamara rey de Israel. La dicha no le duró mucho porque a los pocos años tuvo conflictos con sus antiguos socios de crímenes, pelearon entre sí y se autodestruyeron.
La envidia y la arrogancia junto con una ambición de poder y de riquezas conducen a un lugar muy oscuro donde el ser humano no ve lo que está haciendo, no escucha consejos de advertencia ni corrección y no siente el daño que está produciendo sobre otros.
Guardemos nuestro corazón de construir algún plan o proyecto basado en una ambición o deseo donde Dios no está ahí. Consulta al Señor si eso que quieres obtener está bajo su voluntad, si realmente es un anhelo genuino, honesto y benigno, de alcanzar una meta basada en propósitos nobles para ayudar a otros, lejos de la avaricia y alguna especie de malicia.
Pídele al Señor que te dirija y te responda si alcanzar esa posición en el trabajo, o esa nueva adquisición como una casa o un vehículo nuevo, te bendecirá o te destruirá.
Muchos que persiguen un propósito y lo alcanzan, terminan revelando lo que había en su corazón; un corazón que desprecia a Dios y se aleja de la iglesia, abandonado a su esposa y sus hijos, terminando con otras parejas, hundiéndose en el goce temporal de una posición de poder y de abundancia económica y embriagados de altivez con una...