2 Timoteo 2:3-19 RVA2015:
Tú, pues, sé partícipe de los sufrimientos como buen soldado de Cristo Jesús. Ninguno en campaña militar se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo alistó como soldado. Además, si algún atleta compite, no es coronado a menos que compita según las reglas. El labrador que trabaja esforzadamente es quien debe recibir primero su parte de los frutos. Considera bien lo que digo pues el Señor te dará entendimiento en todo. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, de la descendencia de David, conforme a mi evangelio. Por él soporto sufrimientos hasta prisiones, como si fuera malhechor. ¡Pero la palabra de Dios no está presa! Por tanto, todo lo sufro a favor de los escogidos para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús, con gloria eterna. Fiel es esta palabra: Si morimos con él, también viviremos con él. Si perseveramos, también reinaremos con él. Si lo negamos, él también nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Recuérdales esto, requiriéndoles delante de Dios que no contiendan sobre palabras, que para nada aprovecha sino que lleva a la ruina a los que oyen. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad. Pero evita las profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad. Y la palabra de ellos carcomerá como gangrena. Entre ellos se cuentan Himeneo y Fileto, quienes se extraviaron con respecto a la verdad sosteniendo que la resurrección ya ha ocurrido, y trastornaron la fe de algunos. A pesar de todo, el sólido fundamento de Dios queda firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos y “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre del Señor”.
Este capítulo está lleno de muchas enseñanzas prácticas y lecciones para que crezcamos en la vida cristiana.
El apóstol hace muchas advertencias acerca de no alejarnos del camino del Señor, y hasta pone ejemplos de personajes que se han enredado en diferentes clases de doctrinas, tratando de engañar a otros. Por eso el apóstol insiste en que consideremos todas las enseñanzas de él y que nos esforcemos de la⅘[ misma forma que un militar tiene su vida comprometida en la misión, o un atleta tiene su enfoque en la meta o un labrador que espera con paciencia la cosecha.
Otra parte que me gusta mucho es cuando él explica que el fundamento de Dios nadie lo puede mover y tiene un sello o una distinción especial y es ésta: que el Señor conoce a los que son suyos, los que son de Dios; y los que son suyos tienen que apartarse de la maldad.
Estas dos partes del fundamento de Dios son importantes entenderlas, porque a veces pensamos que, como Dios nos ha escogido, no debemos hacer ningún esfuerzo para cambiar ni mejorar nuestra forma de vivir. Algunos piensan esto porque asumen que la salvación es gratis y nadie nos la puede quitar. En parte es cierto porque el mismo apóstol Pablo dijo que nadie nos separará del amor de Cristo. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de cuidar nuestra salvación, pues la maldad, la iniquidad y el pecado son acciones que nos separan de la gracia y la presencia de Dios. Cometer malas acciones es la manera en que voluntariamente uno decide declinar ese regalo tan lindo de la vida eterna, es renunciar al regalo del Espíritu Santo que nos santifica, nos purifica y nos prepara para recibir al Señor Jesús cuando aparezca en las nubes y nos llame con voz de trompeta y con sonido de Dios.
Así que tengamos en cuenta estas dos partes del sello de Dios: Primero, el Señor te conoce a ti y te escogió aún antes de que entrarás en el vientre de tu madre y te llamó para que seas su hijo.
Segundo, como hijos y escogidos de Dios tenemos la responsabilidad de alejarnos de la maldad, poner en nuestro corazón que así como Dios es santo, nosotros debemos ser santos.