Las ciudades no solo se construyen con concreto, acero y vidrio. También están hechas de emociones, memorias compartidas, vínculos invisibles y esperanzas proyectadas hacia el futuro. A menudo pensamos en el urbanismo desde lalógica funcional: transporte, servicios, infraestructura. Pero en esta nueva generación de transformación social, climática y virtual, urge un enfoque más necesario: el diseño de ciudades emocionalmente inteligentes.