Durante siglos, la humanidad ha operado bajo una visión antropocéntrica del mundo, considerando a la naturaleza como una propiedad y a los ecosistemas como meros depósitos de recursos para explotar. Esta perspectiva ha resultado en una crisis ambiental mundial: deforestación masiva, pérdida de biodiversidad, desertificación y cambio climático. Sin embargo, en medio de estos desafíos ha emergido una corriente ética, filosófica y jurídica que propone algo radicalmente diferente: la justicia ecológica. Esta no sólo busca proteger el ambiente para beneficio humano, sino reconocer que la naturaleza también tiene derechos inherentes, dignidad y voz.