En el vértice entre el progreso tecnológico y los desafíos globales actuales —cambio climático, polarización, desigualdad— existe una fuente de soluciones que rara vez se toma en cuenta: los saberes ancestrales. Estas formas de conocimiento, transmitidas durante siglos por comunidades originarias, campesinas y tribales de América Latina y del mundo, han sido históricamente marginadas bajo la sombra del paradigma moderno occidental.Hoy, cuando el planeta y la humanidad claman por modelos más sostenibles, equitativos y espirituales de desarrollo, el rescate y la integración de estas sabidurías se revela no como un gesto romántico, sino como una necesidad estratégica y moral.