En un mundo donde más de 820 millones de personas sufren hambre crónica y, paradójicamente, otros 1.900 millones enfrentan problemas de sobrepeso, el sistema alimentario internacional se encuentra atrapado en una contradicción tan profunda como urgente. Entre la dependencia de monocultivos, la volatilidad de los mercados, el cambio climático y la desigual distribución de recursos, la seguridad alimentaria se ha convertido en una prioridad geopolítica y una cuestión de justicia internacional.