Cinco coches llegan a un pueblo de Aragón, Caudé, en la línea del frente de la guerra civil española en teoría bajo el control de las tropas franquistas.
La guerra llevaba ya 500 días, y los dos bandos se preparaban para una batalla que iba a ser un infierno: la de Teruel.
De los coches se bajaron una docena de periodistas, muchos de ellos extranjeros. Los oficiales de Franco los trataban con guante blanco, sabiendo que les venían de perlas para la propaganda