Bienvenidos a El Día de la Marmota, el espacio donde reflexionamos sobre la realidad que nos rodea, esa que muchas veces sentimos pero no siempre nos detenemos a analizar.

Hoy quiero hablar de algo que cada vez se siente más en las calles, en las conversaciones y en la vida cotidiana: la brecha entre quienes tienen dinero y quienes apenas llegan a fin de mes.

No es solo una cuestión de cifras, sino de calidad de vida. Mientras algunos pueden permitirse estabilidad y tranquilidad, otros viven con el agua al cuello, viendo cómo el esfuerzo ya no es suficiente. Hay funcionarios con sueldos altos y estabilidad absoluta, mientras asalariados y autónomos luchan cada mes sin garantías de nada. Y en medio, los parados, los fijos discontinuos, los que flotan en una incertidumbre constante.

La pregunta es inevitable: ¿qué está pasando? ¿Por qué el esfuerzo ya no garantiza una vida digna? ¿Y qué consecuencias tiene para la sociedad vivir con una desigualdad tan marcada?