La conversión es el primer paso en este viaje espiritual. Es
un despertar, un momento de epifanía en el que el individuo se da cuenta de que hay más en la vida que lo que percibe a simple vista. Puede ser desencadenado
por una experiencia trascendental, una crisis personal o simplemente un anhelo profundo de significado y propósito. En este punto, la persona comienza a
cuestionar sus creencias y valores arraigados, abriéndose a nuevas perspectivas y posibilidades.