Este poema de Pizarnik es un grito de amor. La de Alejandra Pizarnik es pura indagación, si afirmásemos algo sobre ella, sería una continua pregunta: «Siempre es el mismo interrogante: ¿de qué soy culpable?, ¿por qué este eterno sufrir?, ¿qué hice para recibir tanto golpe duro y malo?»
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