Dios merece lo mejor. La dramática historia de Abraham e Isaac nos recuerda que debemos poner los deseos de Dios antes que los nuestros, de servirle antes que nosotros mismos, y de amarle por encima de todo.
Hebreos 11:17-19 (Reina-Valera 1960)
17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.