Los diarios de Alejandra Pizarnik no son diarios, son una carta para todas nosotras. Escribe Alejandra: “y me pongo a pensar y a sentir lo cual es siempre triste”. Pensar y Sentir es siempre triste. ¿Por qué es siempre triste? ¿Pensar y sentir es lo mismo?

Dice Susan Sontag que “el diario es el lugar donde me creo a mí misma”. Es nuestra habitación propia. Tener un diario es en buena medida un acto sagrado. Todo lo que escribimos de nosotras mismas en un diario lo convertimos en realidad. El lenguaje de un diario tiene un potencial transformador o paralizante. Leyendo los diarios de Alejandra Pizarnik descubro que el diario personal se puede convertir en un arma de doble filo: creador de una indudable belleza, por una parte, hechizo de cuantiosas heridas por la otra. Pizarnik contra Pizarnik.

En el episodio de hoy hablamos de diarios. De escribir y salvarnos. De valentía y autocuidado como un marco necesario para emprender la escritura de un diario personal. Sin valentía, la voz enmudece. Sin autocuidado, el diario nos desangra. Escribir, siempre. Escribir, claro. Pero nunca contra nosotras mismas. Uno de los riesgos del diario personal es entrar en un discurso interno negativo que acabe reforzando las peores imágenes que tenemos de nosotras mismas.

Para navegar con soltura en las páginas del diario personal, hoy te propongo algunos usos terapéuticos del diario personal : la escritura automática, el registro del bullicio mental, la autoindagación, la documentación de la vida y el autoconocimiento.

¿nos vemos en el taller?

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