Amaneció el siglo XX con la resaca por los supuestos casos falsos de satanismo dentro de la masonería. Esto no amilanó a los círculos antimasónicos que cambiaron su estrategia, ya no había que incidir en el satanismo dentro de la masonería, ya se había hecho bastante el ridículo, sino que dirigieron sus esfuerzos hacia la masonería como una fuerza política, cultural y social, acusándola de influir negativamente en la sociedad