Algunas melodías llegan como un recuerdo que se despierta solo. Estas suenan y, de repente, estamos otra vez allí: en el balcón, en la sala, en ese instante pequeño que parecía insignificante y terminó significandolo todo.
Este episodio nace de uno de esos recuerdos. De una melodía que no solo escuchamos, sino que nos sostuvo, nos reunió y nos recordó que todavía existía un hogar al que volver. Aquí no hablamos de música como acompañamiento, sino como lengua secreta. Como la forma más honesta que encontramos para decir quédate, incluso cuando no sabíamos cómo decirlo.
Este no es solo un relato sobre el pasado, es una invitación a volver a ese hogar donde logramos reconocemos incluso sin palabras...