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Este mensaje nos lleva a las profundidades del capítulo 4 de Nehemías, donde descubrimos la profunda conexión entre la oración y la acción en nuestras vidas espirituales.
Nos enfrentamos a una verdad incómoda: a veces nuestras oraciones contienen emociones crudas: enojo, frustración, incluso deseos de justicia contra aquellos que se nos oponen. La oración imprecativa de Nehemías, pidiéndole a Dios que se encargue de sus enemigos, podría sorprendernos al principio, pero revela algo auténtico sobre nuestras propias luchas. Todos hemos sentido esa tensión entre querer perdonar y sentir el dolor de la oposición cuando intentamos hacer algo bueno.
La belleza aquí es que la confianza de Nehemías no estaba arraigada en su propia fuerza, sino en la certeza de que estaba persiguiendo los propósitos de Dios. Esto nos desafía a examinar nuestras propias vidas: ¿Estamos seguros de estar alineados con la voluntad de Dios?
El mensaje culmina en una revelación impactante: si bien Nehemías tuvo que orar y luego armar a sus trabajadores con espadas, nosotros tenemos una ventaja increíble. Jesús ya ha derrotado a nuestros enemigos en la cruz. No necesitamos esperar a que Dios actúe; podemos trabajar con confianza, sabiendo que la victoria ya está ganada.
El llamado es claro: confía en la presencia y el poder de Dios, pero no permitas que esa confianza se convierta en una excusa para la inacción. En su lugar, deja que sea precisamente lo que nos motive a reconstruir lo que está roto en nuestras vidas, familias y comunidades.
By One ChurchEste mensaje nos lleva a las profundidades del capítulo 4 de Nehemías, donde descubrimos la profunda conexión entre la oración y la acción en nuestras vidas espirituales.
Nos enfrentamos a una verdad incómoda: a veces nuestras oraciones contienen emociones crudas: enojo, frustración, incluso deseos de justicia contra aquellos que se nos oponen. La oración imprecativa de Nehemías, pidiéndole a Dios que se encargue de sus enemigos, podría sorprendernos al principio, pero revela algo auténtico sobre nuestras propias luchas. Todos hemos sentido esa tensión entre querer perdonar y sentir el dolor de la oposición cuando intentamos hacer algo bueno.
La belleza aquí es que la confianza de Nehemías no estaba arraigada en su propia fuerza, sino en la certeza de que estaba persiguiendo los propósitos de Dios. Esto nos desafía a examinar nuestras propias vidas: ¿Estamos seguros de estar alineados con la voluntad de Dios?
El mensaje culmina en una revelación impactante: si bien Nehemías tuvo que orar y luego armar a sus trabajadores con espadas, nosotros tenemos una ventaja increíble. Jesús ya ha derrotado a nuestros enemigos en la cruz. No necesitamos esperar a que Dios actúe; podemos trabajar con confianza, sabiendo que la victoria ya está ganada.
El llamado es claro: confía en la presencia y el poder de Dios, pero no permitas que esa confianza se convierta en una excusa para la inacción. En su lugar, deja que sea precisamente lo que nos motive a reconstruir lo que está roto en nuestras vidas, familias y comunidades.