Y finalmente, la administración federal permitió que comience la transición hacia la futura presidencia de Joe Biden. Y en esa misma transición, vemos los tironeos entre aquellos que apoyaron y trabajaron arduamente para que Biden triunfara en las elecciones para conseguir un puesto en la próxima presidencia. El reto de Biden no solo será lidiar con un Senado que muy posiblemente quede en control de los Republicanos, sino en que políticas llevar adelante, sin decepcionar al ala más progresista del partido Demócrata. En Enero de 2021, los dos escaños de senadores en Georgia van a ser decididos en las elecciones especiales de segunda vuelta. Los demócratas necesitan ganar los dos asientos en disputa para así poder llegar a los 50, y con el voto de la Vice Presidente, Kamala Harris, romper posibles empates. No será una tarea fácil y por seguro será una lucha a todo o nada. Si los demócratas no conquistaran esas bancas, las chances de Biden para implementar sus más ambiciosas propuestas se verían reducidas, y lo forzarian a negociar aún más con Mitch McConnell. Este escenario se asemeja a la presidencia de Clinton, cuando perdió el control de la Cámara de Representantes y el mismo tuvo que conciliar políticas con Newt Gingrich y otros Republicanos en el Congreso. Asi y todo, Clinton tuvo una presidencia plagada de desafíos pero logró tener una economía en la que la clase media trabajadora vio mejoras en su standard de vida.