Fabián Harari, en su columna semanal en NdR Radio, habló sobre el desquicio generalizado que se está viviendo en la Argentina. A pesar del terrible ajuste que estamos viviendo y del aumento de la pobreza, todavía, tenemos a los “lobotomizados k” que siguen defendiendo lo indefendible y a un trotskismo que no se hace cargo de una política que sostuvieron, y continúan asumiendo, de un “frente anti Macri”.

El desquicio generalizado tiene varias aristas. La primera es la descomposición de la dirección política argentina, es decir, de quienes tienen que llevar adelante el Estado. Tenemos una coalición gobernante que está totalmente descompuesta que se la pasa discutiendo públicamente, incluso, entre ellos. Poseemos dos ministros de seguridad, uno nacional y el otro provincial, que parecen más bien opositores. El cuadro generalizado es de mucha confusión. Estamos ante una descomposición de la dirección política que ganó las elecciones, una alianza puramente electoral que el único propósito que tenía era ganarle a Mauricio Macri. También es cierto que la crisis económica, la crisis del capitalismo argentino a niveles impensados provoca que esa alianza no se pueda terminar de soldar. No hay expansión de plata para soldar coaliciones políticas, por lo tanto, la política oficial se descompone y es un sálvese quien pueda. Ejemplo de esto es Cristina Fernández que en medio de un país que no contabiliza a sus muertos por Covid -19, de una pobreza que aumenta continuamente, sólo se preocupa por la situación de 3 jueces.

Este escenario de desquicio de la clase dirigente provoca un desquicio en la clase obrera. Lo que vemos como reacciones disparatadas son propias de un escenario de hartazgo, de cansancio, de “¡Que se vayan todos!”. Incluso el tema de las tomas, por ejemplo, muestra esa dinámica en la que nos estamos metiendo. Este hecho refleja, por un lado, la desesperación de la gente que recurre a la acción directa y, por otro lado, las internas en el peronismo. Este puede controlar y disputar esa toma, luego de haberla estimulado tanto para descomprimir el problema de la vivienda como para generar clientelismo político. Obviamente en un contexto controlado y reducido. El problema es que esto se descontroló por dos motivos: las necesidades eran mayores y hubo una voluntad de la clase obrera de solucionar su conflicto de forma directa desbordando a los punteros. Situación que, también, generó que pueda ingresar la izquierda porque una parte de la gente empieza a ser organizada por este sector. Ese desquicio generalizado supera incluso las propias direcciones territoriales y muestra que las cosas no pueden seguir funcionando como hasta ahora. Este escenario de desorganización puede ser muy peligroso o puede ser la oportunidad a otro tipo de dirección.