Desde su descubrimiento en 1953 por Watson y Crick, el ADN se ha consolidado como uno de los pilares fundamentales de la biología moderna. Esta molécula, que guarda la información genética de todos los seres vivos, ha sido estudiada desde múltiples disciplinas, incluyendo la medicina, la genética y la ingeniería biotecnológica. Sin embargo, más allá de su función biológica conocida, existe una faceta menos explorada y sorprendentemente intrigante: su estructura matemática.