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Las personas que rozan el alma y se convierten en hogar
Hay personas que no llegan para quedarse, pero se quedan igual.
Rozan el alma sin tocarla, y su presencia transforma el aire que respiramos.
A su lado no necesitamos fingir: basta estar.
Son refugio sin paredes, pausa en medio del ruido, lugar donde todo encaja.
Su alegría no domina, ilumina.
Cleopatra lo sabía: el verdadero poder no está en imponerse, sino en resonar.
Algunas personas no conquistan, simplemente habitan.
Nos devuelven la calma, el pulso, la frecuencia que habíamos perdido.
Y cuando se van, algo de nosotros se queda esperándolas, no con tristeza, sino con gratitud.
Porque el hogar no siempre tiene puertas ni dirección.
A veces, el hogar es alguien que nos mira, nos entiende
y, sin tocar, nos roza el alma.
By Notas al margenLas personas que rozan el alma y se convierten en hogar
Hay personas que no llegan para quedarse, pero se quedan igual.
Rozan el alma sin tocarla, y su presencia transforma el aire que respiramos.
A su lado no necesitamos fingir: basta estar.
Son refugio sin paredes, pausa en medio del ruido, lugar donde todo encaja.
Su alegría no domina, ilumina.
Cleopatra lo sabía: el verdadero poder no está en imponerse, sino en resonar.
Algunas personas no conquistan, simplemente habitan.
Nos devuelven la calma, el pulso, la frecuencia que habíamos perdido.
Y cuando se van, algo de nosotros se queda esperándolas, no con tristeza, sino con gratitud.
Porque el hogar no siempre tiene puertas ni dirección.
A veces, el hogar es alguien que nos mira, nos entiende
y, sin tocar, nos roza el alma.