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En el año 2017, el pueblo irlandés de Ringaskiddy, en el condado de Cork, se hizo célebre por una curiosa noticia publicada en medios como The Sunday Times. Su medio millar de habitantes estaba “sufriendo” las consecuencias de los humos y emisiones de una fábrica muy particular. Porque esta fábrica produce Viagra. A pesar de que Pfizer, su propietaria, ha declarado en distintas ocasiones que sus procesos de fabricación siempre han sido altamente sofisticados y están fuertemente regulados, los vecinos no se lo terminan de creer. Afirman que el componente activo del medicamento se está filtrando a la cadena alimentaria o al aire, provocando duraderos estados de excitación que han causado un baby boom en el pueblo desde que se inició allí la fabricación de esta milagrosa pastilla. Y aunque realmente se cree que estas afirmaciones son simplemente un divertido mito, no dejan de ser un ejemplo de la preocupación general por las consecuencias en el medio de la industria química y farmacéutica. Aunque en este caso, los efectos de las supuestas emisiones son “beneficiosos”, lo normal es justamente lo contrario, como lo que ocurrió hace casi 80 años, cuando una industria química comenzó a abandonar residuos en un pequeño pueblo que, a día de hoy, es uno de los lugares con mayor incidencia de cáncer de toda Galicia. Así fue como miles de toneladas del tóxico y cancerígeno Lindano acabaron formando parte de Porriño.
By Iván Fernández AmilEn el año 2017, el pueblo irlandés de Ringaskiddy, en el condado de Cork, se hizo célebre por una curiosa noticia publicada en medios como The Sunday Times. Su medio millar de habitantes estaba “sufriendo” las consecuencias de los humos y emisiones de una fábrica muy particular. Porque esta fábrica produce Viagra. A pesar de que Pfizer, su propietaria, ha declarado en distintas ocasiones que sus procesos de fabricación siempre han sido altamente sofisticados y están fuertemente regulados, los vecinos no se lo terminan de creer. Afirman que el componente activo del medicamento se está filtrando a la cadena alimentaria o al aire, provocando duraderos estados de excitación que han causado un baby boom en el pueblo desde que se inició allí la fabricación de esta milagrosa pastilla. Y aunque realmente se cree que estas afirmaciones son simplemente un divertido mito, no dejan de ser un ejemplo de la preocupación general por las consecuencias en el medio de la industria química y farmacéutica. Aunque en este caso, los efectos de las supuestas emisiones son “beneficiosos”, lo normal es justamente lo contrario, como lo que ocurrió hace casi 80 años, cuando una industria química comenzó a abandonar residuos en un pequeño pueblo que, a día de hoy, es uno de los lugares con mayor incidencia de cáncer de toda Galicia. Así fue como miles de toneladas del tóxico y cancerígeno Lindano acabaron formando parte de Porriño.