Como hijos de Dios, se nos manda a esforzarnos,
pero no olvidemos que nuestro esfuerzo debe ser con propósito. No nos mandan a intentarlo, alguien que intenta, no tiene claro si lo quiere lograr o no. Pero cuando me esfuerzo, en mi corazón tengo la intención y fuerza de querer lograrlo. Sabiendo que la fortaleza viene de nuestro Padre a través de Su Santo