
Sign up to save your podcasts
Or


Seguro que te suena esta situación: entras en Instagram para ver un vídeo que te han mandado… y, sin darte cuenta, han pasado 45 minutos. Has visto a un tipo arreglando un coche clásico, un perro haciendo piruetas, un tutorial de cocina imposible y hasta cómo afilar un cuchillo para cortar un tomate tan fino como un folio. Y claro, llega la gran pregunta: ¿cómo he llegado hasta aquí si solo iba a ver un vídeo de mi sobrino?
La respuesta está en una palabra: algoritmos.
Pequeños programas que saben más de nosotros que nosotros mismos. Están en todas partes: en redes sociales como Instagram, TikTok o X (antes Twitter), en servicios de streaming como Netflix, Disney+ o Prime Video… y también en un montón de aplicaciones “serias” como las de predicción meteorológica, navegación aérea o detección de fraudes bancarios.
👉 Pero ojo, en este episodio del podcast me centro en los malos algoritmos, esos que no buscan ayudarte, sino atraparte.
Técnicamente, un algoritmo es un conjunto de pasos que se siguen para resolver un problema o alcanzar un objetivo. En informática, suelen escribirse en lenguajes como Python y se alimentan de datos de entrada para darte un resultado de salida.
Si lo quieres más claro: un algoritmo es como una receta. Tú pones los ingredientes, él sigue los pasos, y al final te devuelve un plato. Eso sí, en vez de tortilla de patatas, a veces lo que te devuelve son 20 vídeos de gatitos bailando… y una hora menos de tu vida.
Las redes sociales y las plataformas de streaming utilizan sus algoritmos para analizar absolutamente todo:
Con toda esa información crean tu perfil invisible y empiezan a lanzarte contenido adaptado a ti. Pero no solo buscan darte lo que te gusta, también juegan con tu cerebro.
La clave está en la dopamina, un neurotransmisor que libera nuestro cerebro cuando algo nos gusta o nos genera placer. Es como el botón de “me gusta” interno: te hace sentir bien y te invita a repetir la acción.
Las redes sociales lo saben y lo usan a su favor. Cada “me gusta”, cada scroll, cada vídeo sorpresa está pensado para activar ese mecanismo una y otra vez.
Otros trucos habituales son:
El resultado ya lo conoces: pierdes la noción del tiempo, te cuesta concentrarte en cosas largas y terminas comparando tu vida con la versión idealizada que muestran los demás.
En los adolescentes, el efecto es todavía más fuerte: acostumbrados a estímulos rápidos y constantes, cada vez tienen menos paciencia para todo lo que no sea inmediato.
No existe una fórmula mágica, pero sí pequeños trucos que marcan la diferencia:
Yo mismo reconozco que no siempre sigo mis propios consejos
🎙️ De todo esto hablo en el nuevo episodio de El Código Fuente de la Ysla de los Macníficos. Un capítulo que mezcla anécdotas, ejemplos reales y trucos prácticos para que los algoritmos no sean los que decidan por ti.
Porque una cosa es disfrutar de un rato de vídeos divertidos… y otra muy distinta es dejar que te roben la tarde entera sin darte cuenta.
Imagen de portada: Foto de Mariia Shalabaieva en Unsplash
Source
By Náufragos de YslaMacSeguro que te suena esta situación: entras en Instagram para ver un vídeo que te han mandado… y, sin darte cuenta, han pasado 45 minutos. Has visto a un tipo arreglando un coche clásico, un perro haciendo piruetas, un tutorial de cocina imposible y hasta cómo afilar un cuchillo para cortar un tomate tan fino como un folio. Y claro, llega la gran pregunta: ¿cómo he llegado hasta aquí si solo iba a ver un vídeo de mi sobrino?
La respuesta está en una palabra: algoritmos.
Pequeños programas que saben más de nosotros que nosotros mismos. Están en todas partes: en redes sociales como Instagram, TikTok o X (antes Twitter), en servicios de streaming como Netflix, Disney+ o Prime Video… y también en un montón de aplicaciones “serias” como las de predicción meteorológica, navegación aérea o detección de fraudes bancarios.
👉 Pero ojo, en este episodio del podcast me centro en los malos algoritmos, esos que no buscan ayudarte, sino atraparte.
Técnicamente, un algoritmo es un conjunto de pasos que se siguen para resolver un problema o alcanzar un objetivo. En informática, suelen escribirse en lenguajes como Python y se alimentan de datos de entrada para darte un resultado de salida.
Si lo quieres más claro: un algoritmo es como una receta. Tú pones los ingredientes, él sigue los pasos, y al final te devuelve un plato. Eso sí, en vez de tortilla de patatas, a veces lo que te devuelve son 20 vídeos de gatitos bailando… y una hora menos de tu vida.
Las redes sociales y las plataformas de streaming utilizan sus algoritmos para analizar absolutamente todo:
Con toda esa información crean tu perfil invisible y empiezan a lanzarte contenido adaptado a ti. Pero no solo buscan darte lo que te gusta, también juegan con tu cerebro.
La clave está en la dopamina, un neurotransmisor que libera nuestro cerebro cuando algo nos gusta o nos genera placer. Es como el botón de “me gusta” interno: te hace sentir bien y te invita a repetir la acción.
Las redes sociales lo saben y lo usan a su favor. Cada “me gusta”, cada scroll, cada vídeo sorpresa está pensado para activar ese mecanismo una y otra vez.
Otros trucos habituales son:
El resultado ya lo conoces: pierdes la noción del tiempo, te cuesta concentrarte en cosas largas y terminas comparando tu vida con la versión idealizada que muestran los demás.
En los adolescentes, el efecto es todavía más fuerte: acostumbrados a estímulos rápidos y constantes, cada vez tienen menos paciencia para todo lo que no sea inmediato.
No existe una fórmula mágica, pero sí pequeños trucos que marcan la diferencia:
Yo mismo reconozco que no siempre sigo mis propios consejos
🎙️ De todo esto hablo en el nuevo episodio de El Código Fuente de la Ysla de los Macníficos. Un capítulo que mezcla anécdotas, ejemplos reales y trucos prácticos para que los algoritmos no sean los que decidan por ti.
Porque una cosa es disfrutar de un rato de vídeos divertidos… y otra muy distinta es dejar que te roben la tarde entera sin darte cuenta.
Imagen de portada: Foto de Mariia Shalabaieva en Unsplash
Source