Después del fracaso de Israel con el becerro de oro, Dios reveló su verdadero corazón a Moisés: compasivo, clemente, lento para la ira y grande en misericordia. Este mensaje nos invita a ver a Dios no como un ser distante, sino cercano y lleno de amor que actúa. Al contemplar su compasión, somos llamados a reflejarla — acercándonos al necesitado, al olvidado y a nuestra ciudad con la misma misericordia que recibimos.

“Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: «El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad»”. —-  Exodo 34:6 NBLA