La resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe, superando miedos y dudas. La piedra removida del sepulcro simboliza que ningún obstáculo es insuperable para Dios. A pesar de la incredulidad inicial, como la de Tomás, se nos invita a creer más allá de lo tangible. La promesa divina cubre nuestras vidas y las generaciones futuras; educamos en el temor a Dios buscando la vida eterna. Somos vencedores con Cristo, viviendo no por lo material sino por amor y paz en Él. El testimonio bíblico confirma su resurrección ante muchos testigos; si Jesús no hubiera resucitado, nuestra fe sería en vano. Pero Él vive y eso nos impulsa a servirle fielmente y enfrentar desafíos con valentía cada día. Celebramos que Cristo ha triunfado sobre el pecado y abrimos nuestro corazón a su amor salvador.