El sistema de pensamiento del ego está plagado de reproches, acusaciones, volatilidades de juicio y desconfianzas que convierten la vida humana en una penosa y oscura distorsión de lo real; pero, el perdón (que proviene del Amor de Dios en nosotros) deshabilita este perverso sistema de pensamiento, poniendo fin a este sueño de conflicto, gracias a la luz que se irradia en el instante santo desde el núcleo mismo de la relación con el prójimo, en la que nos reconocemos en esencia uno con él, pudiendo vivenciar de nuevo la plenitud e infinitud del Ser.