Los ecos y susurros fantasmales atormentan a Javier que, en medio de la lluvia, comienza a dudar de su propia mente. Sin tener claro si se trata o no de una alucinación, decide ir en su busca con la esperanza de que se trate de alguien que pueda ayudarle.
La decisión lo lleva a toparse con la primera buena noticia de aquella noche, encontrando lo que podría suponer su salvación.