Las misericordias de Dios nos llaman a bendecir a nuestros enemigos, simpatizar con los demás y practicar la humildad.
Este pasaje no insiste en que todos pensemos igual o estemos de acuerdo en todos los temas, lo que no sucederá en esta vida. Más bien, nos está llamando a la unidad basada en nuestra salvación común, nuestro propósito compartido en el evangelio y nuestra esperanza compartida en Cristo.