El hecho de que Dios nos bendiga con toda bendición espiritual en Cristo nos muestra la suficiencia total de Cristo para todas nuestras necesidades.
Todas las bendiciones vienen a nosotros en la persona de Jesucristo. Separados de Él nada podemos hacer (Juan 15:5), pero en Él tenemos toda bendición espiritual. En Él “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”, y “en Él han sido hechos completos” (Col. 2:3, 10).