Reconocer tu necesidad de sabiduría debe llevarte a Dios para suplir la necesidad. Por naturaleza, todos somos sabelotodos autosuficientes: “¡Por favor, puedo hacerlo solo!” Todas las culturas idolatran a la persona fuerte que parece tenerlo todo bajo control por sí mismo, porque el orgullo es endémico del corazón humano.