La descripción de Pablo de los creyentes nos dice mucho acerca de quiénes somos y cómo llegamos a ser así.
Primero, somos “santos”. Contrariamente al uso popular, “santos” no es un término que describa a creyentes extraordinarios, que están un escalón por encima del resto de los demás. Más bien, en la Biblia, todos los creyentes son santos y todos los santos son creyentes.