Dios nos escogió para ser santos y sin mancha. Ambas palabras muestran la santificación, pero desde ángulos ligeramente diferentes. La palabra santo se utiliza de personas y cosas en tanto que estén dedicadas a Dios. Ciertamente, la cualidad, como atributo de Dios, es frecuentemente presentada de una manera que involucra demandas divinas sobre la conducta de los creyentes.