La iglesia se compone de hombres y mujeres que sirven al Señor, pero en diferentes roles y capacidades.
La cultura de esos días estaba dominada por los hombres, así que es significativo que Pablo mencione a cuatro mujeres que trabajaron duro en el Señor (16:6, 12), además de Priscila, quien junto con su esposo Aquila eran “colaboradores en Cristo Jesús” (16:3). Pablo confió probablemente la única copia de esta preciosa carta a una mujer, Febe, para que la entregara a salvo a Roma.