La verdadera unidad cristiana proviene de Dios.
Decir que la verdadera unidad viene de Dios no significa que no tenemos responsabilidad en el asunto. Como hemos visto, necesitamos trabajar en relaciones armoniosas, ya sea en el hogar o en la iglesia. No suceden automáticamente.
Somos responsables de buscar las cosas que conducen a la paz y a la edificación mutua.